Ya que empecé hace días mi ruta gastronómica por Asturias, hoy,
con especial cariño, voy a continuarla en Bustio. Precioso lugar, con olor a
mar y un encanto especial para la vista.
Una vez que has llenado tus ojos con la observación de la playa de la Franca,
te has paseado por la empinada cuesta que alberga el camino que baja a playa
Pechón y te has sudado la camisa para subir otra vez hasta el “prau” donde deberías
haber aparcado tu coche, entonces, merecidamente acércate a Bustio, busca un
restaurante que todos conocen por “Casa Seín” pero que se llama Restaurante ElPuerto y déjate regalar los ojos con su carta.
Si tienes la suerte de que tu visita sea en verano y te
apetece, mejor tener mesa en la terraza, que tiene un encanto especial, tanto a
mediodía como a la noche y piensa que ese hombre alegre que te ha llevado la
carta, seguramente será Javier, alguien que desde hace muchos años, ofrece cercanía
y amabilidad al hacerte llegar lo que se prepara en la cocina.
El picoteo, por el que empieza la carta, requiere mención especial
en cada uno de sus platos, pero especialmente para mi gusto, los bombones de
foie con mermelada de manzana reineta, que son una deliciosa conjunción de
sabores para el paladar.
Al llegar al picoteo caliente…pues francamente no sé si
decir algo. Puede sorprender lo de “croquetas de las de siempre”, pero es que
han pasado los años y son las de siempre, crujientes por fuera, cremosas por
dentro, una bendición para el paladar y para que cuando te comes la primera se
te quede cara de idiota, al menos a mí, me pasa. Y siempre pienso lo mismo…. jolín,
que buenas. Pero como hay que seguir, llega la vista después de las rabas, a
las albóndigas…estas también son las de siempre, las de toda la vida y la especialidad
de la casa (y de la mía). Sorpresa sorprendente, albóndigas en salsa verde, de
merluza y gambas.
Es con mucha diferencia la receta de albóndigas mejor que he
tomado en mi vida. Las albóndigas, son una delicia, tiernas, jugosas,
redonditas, sabrosas. ¿La salsa? La salsa es de esas cosas que me hace recordar
una frase de un buen amigo perdido por las Américas, que suele decir ¿Por qué todo
lo que más me gusta, es malo o es pecado?, pues bien, esta salsa es tan buena,
que te haces todos los barcos de pan que puedes, pero aun así, te quedas con
ganas de ver si nadie te mira y pasar el dedo por lo poco que queda en el
plato. Reconozco que todos los picoteos son una delicia, que el pisto con buey
de mar y gambas esta riquísimo, y los pimientos rellenos de marisco, son magníficos,
y las rabas fresquísimas, pero…las albóndigas, son punto y aparte. Esas albóndigas,
son de otro mundo.
Llegados a este punto, en que ya has leído los entrantes, se
presenta un pequeño dilema, hay marisco para picar y hay que ser sinceros, no
sólo tienen siempre un marisco estupendo y fresquísimo, sino que además,
siempre lo preparan magníficamente.
A partir de aquí, cuando parece que ya se han tomado las
decisiones difíciles, es decir, como vas a empezar la comida, se vuelve a plantear
otra disyuntiva importante ¿Qué tomar de plato principal? , pues bien, hay que
decir la verdad, el guiso, los chipirones en su tinta, son para dejarte también
los dedos untando en el plato. Pero los pescados….qué lubina al horno con lecho
de patatas, que rodaballo, que…yo no puedo aconsejar en cuanto a pescados,
puedo decir que el pescado que te comerás será fresquísimo, será de una
insuperable calidad, y lo mejor es que te lo prepararán tan bien, que te
chuparas los dedos y disfrutaras como un enano.
Pero claro, no es tan fácil, no. No solo está el guiso y el
pescado, no. Tienes la opción del marisco y aquí, ya sin paliativos, el mejor bogavante
que yo he tomado en toda mi vida, lo he tomado aquí, en Casa Seín. Fresco…te lo
presenta Javier vivo, antes de echarlo a
la plancha y puedes mirarle a los ojo e ir pensando que aquí, si o si, te vas a
chupar los dedos, porque te lo van a servir con esa “costrita” que se hace al
poner la carne del animalito en la plancha ardiendo, que sella la carne para
que todo el jugo se quede dentro incluso en la cabeza y para que después de que
lo tengas en tu plato, te despaches a gusto con la cola con cuchillo y tenedor,
y con la cabeza, con la paletilla, te rindas a la obligación de chupar lo que
no ha querido salir, lo pegadito y todo lo que puedas, porque no solo es el
bogavante, es ese aliño genial que le han puesto para que no se esconda el
sabor del crustáceo, sino que se multiplique y se magnifique y te chupes los
dedos con toda la satisfacción del mundo.
Llegará el postre: las natillas, la cuajada, y el arroz con
leche, son buenísimos… y el soufflé de chocolate, ideal para niños, y el colofón
para los que sufrimos de goloseria innata.
No recomiendo vino, porque profeso absoluto respeto por los
paladares ajenos, y lo que para cada uno sea un buen maridaje, pero
indudablemente, un Ribeiro, un Albariño, un Viura irían como anillo al dedo.
Pero si a mi elección se debe, yo tomaría un Mencía de la Ribera Sacra o un
Verdejo (cualquiera, pero monovarietal a poder ser).
Bien, hasta aquí, el arte de comer y beber. A partir de aquí,
un cariñoso saludo a Javier, a todos los
que hacen posible que se esté tan bien allí, incluyendo sobre todo a quien azuza los
fogones, por el cariño con que hacen su trabajo, consiguiendo elevarlo a la categoría
de arte. El trato en este lugar es delicioso, la comida excelente y el precio
correcto.
Y para finalizar este pequeño retrato, no sé si debo, pero
quiero dedicarle estas letras mal ligadas a dos personas entrañables para mí.
En primer lugar a Manolo, por llevar Asturias en los ojos y enseñármela.
Va por ti Amigo, estés donde estés.
Y en segundo lugar y
no menos importante, va por mi buen Amigo “el de los Ridruejos” el tenedor de
MI receta de albóndigas y también de mi sincero cariño. Por estar.
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